Maria de la Ferre

MARÍA DE LA FERRE, FUENTE DE INSPIRACIÓN

Sanación: El Evangelio nos da a contemplar una vez más, hoy día, a Cristo médico, él que va al encuentro de los enfermos y de los pecadores para sanarlos, para salvarlos. Dios llega a nosotros en nuestras pobrezas para transformarlas en lugar de su presencia. No tengamos miedo entonces de confiarle nuestros enfermos, de confiarnos en el Señor Jesús en una humilde oración.
Fe: Pero Jesús nos demuestra que no se debe confundirle con un mago o con un médico terrestre. Jesús no deja ninguna duda sobre la causa de las sanaciones, no es ni una fórmula, ni un gesto, ni un poder, ni una bebida: lo que salva, es la fe.
Así, recordémonos también que si la obra de la Venerable María de la Ferre es tan loable por todo el bien que aportó a los enfermos desde siglos, el corazón de su compromiso ha sido su fe y no una simple filantropía. Muy joven, dirá con firmeza: “Quiero ver y conocer al Dios de los cristianos”. Su madre la educará en la fe y a menudo irán juntas para rezar a la Virgen María en la iglesia de Roiffe. Más adelante, cuando vivirá con su tía, durante 16 años, se cuenta que se retiraba cada día para rezar y que su gran devoción al Santísimo Sacramento le obtuvo de su confesor la posibilidad de comulgar casi todos los días.
He allí un ejemplo que nos gusta pero que se encuentra en la vida de muchísimos santos y santas. El servicio de Jesucristo en la persona de los pobres y de los enfermos se prepara, se alimenta, se fortifica no en proezas medicales o mágicas pero en el hablar cara a cara con Dios, en una fe humilde y fiel.
Silencio: He allí porque el Señor Jesús invita al silencio. No quiere ser confundido con un taumaturgo pero quiere que en la relectura de sus milagros, en el silencio de nuestro corazón, se despierte nuestra fe y se maraville frente a la grandeza y la bondad de Dios. Sí, el Señor nos envía para predicar hasta los límites de la tierra. Pero tal apostolado es posible solamente cuando es profundamente anclado en un espíritu de contemplación.
Sanación, fe, silencio: que todos los enfermos con quienes nos encontramos nos ayuden para tener mejor encuentro con el Señor, para amarle y servirle mejor. Que sepamos hacer silencio para saber escuchar los pasos del verdadero médico. Amén.

Marc Génard
Vicario en Saint Thomas